Cuando estaba a punto de vivir en la calle toqué la puerta de Càritas. Laura intervino en el momento adecuado: me ofrecieron poderme formar a nivel laboral y me salvaron de la falta de vivienda. Les debo la vida.

Ahora vivo en una casa espaciosa y bien equipada. Tengo seguridad y puedo centrarme en objetivos para mejorar mi situación. He recuperado mi dignidad.

Desde mi llegada al Centre d'Acollida Abraham de Vilafranca, con una situación de salud muy complicada, todo empezó a mejorar. Allí estuve viviendo 1 mes, hasta que pasé al piso compartido de Vilafranc del Penedès y, escuchando lo que contaban los compañeros con los que compartí, pude entender que vivir en la calle es una vivencia muy dura. Suerte tube de encontrar el equipo de profesionales de Cáritas, que en todo momento apostaron por mí. Fueron muy importantes en mi estancia ya que siempre me dieron muchos afectos de manera espontanea. Este calor humano y el ambiente familiar es lo que hacen que el Centre d'Acollida Abraham sea un lugar muy especial para la gente en situación de sin hogar.

Una vez asegurado el techo y la comida, pude empezar a planificar hacia dónde ir y ocupar mi día a día orientado a este objetivo.

Después del piso compartido de Vilafranca ahora sigo mi proceso en el piso compartido de Sant Sadurní d'Anoia. Y la verdad es que, en estos tres años, es mi mejor etapa acompañado por Cáritas, porque tengo mucha tranquilidad y estabilidad.

Siempre estaré agradecido a Cáritas.